A la vez que se han decidido a caer las primeras hojas de los árboles, en este otoño generoso en lluvias y horizontes inusualmente verdes, se ha marchado Asensio Sáez, entre otras muchas cosas Cronista Oficial de La Unión e “identidad cultural de la localidad minera”, en palabras de su alcalde Francisco Martín Bernabé, durante su multitudinario funeral celebrado el pasado jueves, primero de noviembre, en la ecléctica iglesia parroquial de Ntra. Sra. del Rosario.
Y es que Asensio Sáez lo ha sido todo en el mundo de la Cultura de La Unión, y mucho en el resto de la comunidad murciana, a lo largo de los últimos setenta años. Profesor vocacionado, escritor, pintor, dinamizador cultural en el más estricto sentido de la palabra, académico y cronista oficial, nunca quiso salir del terruño minero donde, rodeado de lo suyo y los suyos, fue feliz e hizo feliz a cuantos le rodearon. Integrado en los movimientos culturales del municipio y de la Región, ha sido el alma de la prestigiosa “Mesa-café” y del Festival del Cante de las Minas, ostentando su nombre el centro cívico y cultural de la localidad, donde fue velado su cadáver, rodeado de las múltiples coronas florales con que muchos particulares e instituciones nos hicimos presentes.
El profesor, escritor, pintor, académico y cronista, ha sido el último humanista en el más auténtico y clásico sentido de la palabra. Él mismo se definió como “escritor que pinta”, frase que completó alguien después diciendo que también podría definirse como “pintor que escribe, dado el color y el lirismo que muchos ven, con razón, en sus pinceles”. Asensio Sáez escribió mucho y bien, a juzgar por los premios obtenidos, y por los periódicos y revistas que se disputaron sus colaboraciones. Y pintó tan bien en su estilo y personalidad, que sus exposiciones eran esperadas con ansiedad por sus seguidores, disputándoselas asimismo, las salas de arte. En literatura cultivó todos los campos, y en pintura sublimó la época dorada de La Unión, en fantasías nostálgicas que, si no existieron pudieron muy bien haber existido; por lo que podemos afirmar que como cronista escribió e ilustró la gran Crónica de La Unión desde la serenidad, el rigor y la pasión por el pasado, siempre con un punto de nostalgia en su obra. Y lo hizo dotando la narración histórica local de una amenidad tal, que se puede decir que impregnó, como nadie hasta ahora, de belleza literaria, la aridez de la Historia. Él acuñó la referencia a Monteagudo como “el gran pisapapeles de la Huerta de Murcia” y a él se deben, entre otras muchas, la reflexión literaria sobre la muerte y el entierro en la vida moderna, aislados en los tanatorios del contacto con la sociedad que antaño siempre los magnificó desde el punto de vista estético.
Sin embargo, en sus biografías aún no se han puesto de manifiesto en su verdadera dimensión, dos de las cualidades que adornaron su vida y más le identificaron: su generosidad y su disponibilidad. Aquella ampliamente demostrada en la cantidad de colaboraciones a las que jamás se negó, y en la cesión de su casa, su obra particular, sus cosas y sus colecciones artísticas al Ayuntamiento local, para su disfrute por propios y extraños. Ésta, al entender que su tiempo libre (si es que lo hubo a lo largo de su dilatada vida), no era tal, sino tiempo disponible para los demás.
Asensio nunca buscó notoriedad. Huía de aparecer en los periódicos y su fama no cotizó en bolsa alguna que no fuera aquella donde se cotizan al alza los valores humanos, espirituales y estéticos. Aceptó honores cuando venían desde el fondo del corazón, como el nombramiento de “Hijo Predilecto” de su localidad, y siempre asumió una distinción como compromiso, en actitud de servicio, al grupo social de donde provenía. Nunca le fue ajeno nada relacionado con La Unión y con la Región de Murcia, y siempre acudió solícito a lo que se le pidió por y para su pueblo, cuando no fue suya la iniciativa. Por todo ello, la obra y personalidad de Asensio Sáez trasciende de lo estrictamente local para convertirse en una figura de interés que supera incluso lo regional para invadir con toda dignidad el terreno de lo nacional.
También dijo el alcalde Bernabé en su funeral, que “la Historia de La Unión y la de Asensio Sáez siempre irán de la mano”. Eso lo suscribimos sus compañeros cronistas, muchos de los cuales lo tuvimos por maestro y amigo. Su aportación a la Asociación Regional, que suscribe este texto, ha sido siempre de entrega absoluta, y no sólo de manera corporativa sino individual con cada uno de los miembros de la misma, siempre haciendo gala de la generosidad y caballerosidad que le caracterizaban.
La Unión está de luto, y también lo está la Región de Murcia y el mundo de la cultura en general. Allí lo han demostrado con dos día de manera oficial, declarados por el Concejo. Sin embargo, el luto que llevaremos en el corazón sus amigos y compañeros académicos y cronistas será mucho más largo, y nada ni nadie podrá despojarnos de él en mucho tiempo.
Asociación de Cronistas Oficiales de la Región de Murcia
(Pub. en "LA OPINIÓN", 4 Nov. 2007)
Y es que Asensio Sáez lo ha sido todo en el mundo de la Cultura de La Unión, y mucho en el resto de la comunidad murciana, a lo largo de los últimos setenta años. Profesor vocacionado, escritor, pintor, dinamizador cultural en el más estricto sentido de la palabra, académico y cronista oficial, nunca quiso salir del terruño minero donde, rodeado de lo suyo y los suyos, fue feliz e hizo feliz a cuantos le rodearon. Integrado en los movimientos culturales del municipio y de la Región, ha sido el alma de la prestigiosa “Mesa-café” y del Festival del Cante de las Minas, ostentando su nombre el centro cívico y cultural de la localidad, donde fue velado su cadáver, rodeado de las múltiples coronas florales con que muchos particulares e instituciones nos hicimos presentes.
El profesor, escritor, pintor, académico y cronista, ha sido el último humanista en el más auténtico y clásico sentido de la palabra. Él mismo se definió como “escritor que pinta”, frase que completó alguien después diciendo que también podría definirse como “pintor que escribe, dado el color y el lirismo que muchos ven, con razón, en sus pinceles”. Asensio Sáez escribió mucho y bien, a juzgar por los premios obtenidos, y por los periódicos y revistas que se disputaron sus colaboraciones. Y pintó tan bien en su estilo y personalidad, que sus exposiciones eran esperadas con ansiedad por sus seguidores, disputándoselas asimismo, las salas de arte. En literatura cultivó todos los campos, y en pintura sublimó la época dorada de La Unión, en fantasías nostálgicas que, si no existieron pudieron muy bien haber existido; por lo que podemos afirmar que como cronista escribió e ilustró la gran Crónica de La Unión desde la serenidad, el rigor y la pasión por el pasado, siempre con un punto de nostalgia en su obra. Y lo hizo dotando la narración histórica local de una amenidad tal, que se puede decir que impregnó, como nadie hasta ahora, de belleza literaria, la aridez de la Historia. Él acuñó la referencia a Monteagudo como “el gran pisapapeles de la Huerta de Murcia” y a él se deben, entre otras muchas, la reflexión literaria sobre la muerte y el entierro en la vida moderna, aislados en los tanatorios del contacto con la sociedad que antaño siempre los magnificó desde el punto de vista estético.
Sin embargo, en sus biografías aún no se han puesto de manifiesto en su verdadera dimensión, dos de las cualidades que adornaron su vida y más le identificaron: su generosidad y su disponibilidad. Aquella ampliamente demostrada en la cantidad de colaboraciones a las que jamás se negó, y en la cesión de su casa, su obra particular, sus cosas y sus colecciones artísticas al Ayuntamiento local, para su disfrute por propios y extraños. Ésta, al entender que su tiempo libre (si es que lo hubo a lo largo de su dilatada vida), no era tal, sino tiempo disponible para los demás.
Asensio nunca buscó notoriedad. Huía de aparecer en los periódicos y su fama no cotizó en bolsa alguna que no fuera aquella donde se cotizan al alza los valores humanos, espirituales y estéticos. Aceptó honores cuando venían desde el fondo del corazón, como el nombramiento de “Hijo Predilecto” de su localidad, y siempre asumió una distinción como compromiso, en actitud de servicio, al grupo social de donde provenía. Nunca le fue ajeno nada relacionado con La Unión y con la Región de Murcia, y siempre acudió solícito a lo que se le pidió por y para su pueblo, cuando no fue suya la iniciativa. Por todo ello, la obra y personalidad de Asensio Sáez trasciende de lo estrictamente local para convertirse en una figura de interés que supera incluso lo regional para invadir con toda dignidad el terreno de lo nacional.
También dijo el alcalde Bernabé en su funeral, que “la Historia de La Unión y la de Asensio Sáez siempre irán de la mano”. Eso lo suscribimos sus compañeros cronistas, muchos de los cuales lo tuvimos por maestro y amigo. Su aportación a la Asociación Regional, que suscribe este texto, ha sido siempre de entrega absoluta, y no sólo de manera corporativa sino individual con cada uno de los miembros de la misma, siempre haciendo gala de la generosidad y caballerosidad que le caracterizaban.
La Unión está de luto, y también lo está la Región de Murcia y el mundo de la cultura en general. Allí lo han demostrado con dos día de manera oficial, declarados por el Concejo. Sin embargo, el luto que llevaremos en el corazón sus amigos y compañeros académicos y cronistas será mucho más largo, y nada ni nadie podrá despojarnos de él en mucho tiempo.
(Pub. en "LA OPINIÓN", 4 Nov. 2007)